Alguna vez escuché de un artista (fotógrafo, escritor, o ninguno de los dos, no recuerdo): “las mejores personas que conozco son aquellas que están en contacto con su niño interior”. Y aunque en estos días de puritanismo (que lo son) hablar de toquetear a un menor (aunque sea a nosotros mismos) no es lo más políticamente correcto, creo que la frase tiene mucho de verdad. Al menos desde mi visión de mundo. A continuación les pongo una parábola de Tschuangtsé (quizá uno de los genios de la literatura por su prosa y humor satíricos así como por su profundidad moral) para que puedan entender el párrafo de Lin Yutang (al terminar el texto en azul). *** Cuando Tschuangtsé ambulaba por el parque de Tiao-ling, vio un extraño pájaro que venía del sur. Las alas tenían siete pies de ancho. Los ojos, una pulgada de circunferencia. Y voló cerca de la cabeza de Tschuangtsé para posarse en un bosquecillo de castaños. —¿Qué especie de pájaro es éste? —gritó Tschuangtsé—. Con alas poderosas, no se alej...